Ya es bien sabida la historia que cuenta lo equivocado que el mundo adulto estuvo a lo largo de mucho tiempo, al pensar que los bebés de manera primordial requerían satisfacer básicamente sus necesidades fisiológicas para crecer y desarrollarse saludablemente. Desde hace varios decenios, las sociedades hemos debido entender que los bebés necesitan mucho más que satisfacer sus necesidades de alimentación e higiene para crecer sanos y felices.
La observación de los comportamientos de los bebés en distintas culturas, y de las interacciones entre estos y sus cuidadores, sean estos madres, padres, abuelos, u otros adultos significativos, ha sido la principal herramienta para descubrir nuevos hallazgos sobre cómo los bebés se desarrollan emocional y socialmente, de la mano de su crecimiento físico. Así como para entender los procesos de desarrollo de las relaciones de apego entre los bebés y sus cuidadores.
CUANDO LOS BEBÉS NOS ENVÍAN SEÑALES
Para que un bebé se desarrolle y madure ha de sentirse querido y comprendido. Es por este motivo que es fundamental que los padres o cuidadores logren sintonizar con su estado y comunicarse con él o ella.
El bebé a través del llanto, movimientos bruscos, sonrisas, y otras señales no verbales expresa cómo se siente y los padres o quienes asuman la tarea debiesen intentar interpretar su necesidad de abrazo, comida, cambio de pañales, jugar o bien otras posibilidades. El bebé no conoce otra manera de comunicarse y muchas veces ni siquiera sabe lo que quiere. Sin embargo estar atento y responder a su comunicación emocional impide que el niño se sienta desamparado.
A veces es difícil desenmarañar en la relación cuidador - bebé de quién son las emociones que aparecen y que inundan a ambos. El llanto es el mejor ejemplo de aquello, ya que se funden las emociones de la madre y las emociones del bebé.
EL LLANTO DE LOS BEBÉS
El llanto del bebé es el primer lenguaje. Es la forma primaria que utiliza para comunicarse. Podemos agregar que los bebés, que casi nunca lloran, no son necesariamente más sanos que los muy llorones. Aquel bebé que ha conseguido conocer su capacidad de hacer ruido, ha logrado una adquisición que puede servirle para recuperar la confianza en momentos donde se siente ansioso o inseguro, siempre y cuando el llanto no se convierta en desesperación. Algo así como que el bebé aprende que su llanto le sirve para elicitar atención y cuidados.
El llanto como señal puede comunicar diferentes estados y necesidades de los bebés:
El llanto por dolor corporal es agudo y penetrante y el bebé suele mostrarlo con movimientos corporales que, generalmente permiten localizarlo. Recoge las piernas por cólicos, o si le molesta la luz gira la cabeza hacia otro lado. En esta misma línea del dolor corporal, podemos referirnos al hambre. El bebé experimenta un dolor que lo lastima. Sin embargo, si la madre o adulto cuidador satisface la necesidad, pronto el bebé olvidará su malestar.
También se habla de un llanto aprehensivo, y que aparece cuando el bebé empieza a darse cuenta que ciertas cosas son más o menos inevitables, como por ejemplo cuando lo desvisten. El bebé sabe que en ese momento perderá cierta envoltura que le da calor y contacto continuo, y que también deberá cambiar muchas veces de posición, y eso le da inseguridad. A diferencia del llanto agudo por dolor corporal que lo invade, en esta otra forma de llanto aprehensivo, el bebé recuerda y sabe que se repetirá, y a medida que vaya creciendo podrá transformarlo en una experiencia placentera.
Por más buena voluntad que pongamos, a veces desilusionamos al bebé, y es entonces cuando llorará por rabia. Winnicott, un famoso pediatra y psicoanalista inglés de la primera mitad del siglo XX, señaló que en esa situación “…ese llanto encolerizado del bebé probablemente indica que tiene cierta fe en usted (refiriéndose a la madre ó cuidador)…un bebé que ha perdido toda fe no se enoja, simplemente deja de desear, o bien llora en una forma lastimera y desilusionada, o bien comienza a golpearse la cabeza contra la almohada, contra la pared o el piso…”. Si el bebé llora en estado de rabia y siente que ha destruido todo y quienes lo rodean se muestran tranquilos, tal experiencia fortalece en alto grado su capacidad para comprender que su llanto no produce ninguna respuesta de sus cuidadores.
Otra causa de llanto, es la aflicción, la tristeza. Los sentimientos de los niños son muy directos e intensos, y la tristeza es un sentimiento que puede aparecer en los bebés, en cualquier momento del día. El sonido del llanto triste tiene cierta musicalidad, y las lágrimas tienen más que ver con el llanto triste que con la rabia. De modo que las lágrimas son saludables tanto física como psicológicamente. “Un bebé triste puede necesitar su amor físico y expresivo. Lo que no necesita, sin embargo, es que lo diviertan y le hagan cosquillas, o que lo distraigan de alguna otra forma de su tristeza…Sólo le hace falta saber que usted sigue amándolo”.
Por último, se identifica el llanto por desamparo, que muchos autores han escrito en relación a los niños institucionalizados, donde no existen medios para proporcionar una madre a cada bebé.
Respuestas de cuidadores al llanto de sus bebés:
Dependiendo de las situaciones, se puede pensar en muchas posibilidades de respuesta al llanto de los bebés. Sin embargo, es posible identificar algunos estilos de respuesta:
• Carencia de respuesta: El bebé llora por largos períodos ya que no es consolado a tiempo por la madre o figura cuidadora. El bebé experimenta una especie de agonía hasta que se cansa de llorar y se duerme tristemente. Si este tipo de respuesta materna (cuidadora) se mantiene durante los dos primeros meses de vida, el bebé desde ese momento se dará cuenta que su llanto no causará impacto, y tenderá a inhibirlo. Paradójicamente, el bebé se volverá un bebé callado, y la madre al ver a su hijo (a) “tranquilo” se sentirá bien.
• Respuesta Aversiva: Frente al llanto del bebé, la respuesta de la figura cuidadora es de enojo. La madre se acerca enojada a su bebé cuando llora. Este se siente asustado y después de llorar se dormirá triste. Si la respuesta de la cuidadora se mantiene, a los dos meses, como en el caso anterior, el bebé inhibirá su llanto. Y la madre, equivocadamente, sentirá “que lo ha hecho muy bien” ya que su bebé no llora.
• Respuesta ambivalente: Cuando el bebé llora, la figura cuidadora por una parte se acerca, sin embargo lo hace con es un estado emocional diferente y no coherente con el del bebé. Por ejemplo, el bebé está llorando y la madre se acerca riéndose.
• Respuesta en sintonía con el bebé: En esta situación, la madre ú otro adulto cuidador, tiene conductas que son predecibles para su bebé. Es decir, frente al llanto, aquella acude prontamente. Se habla que desde las primeras semanas el bebé no debiese esperar más de 30 segundos a ser consolado. En la medida que la madre responda prontamente al llanto de su bebé durante los primeros meses, este gradualmente aprenderá a esperar y a autoregularse. Después le bastará escuchar el sonido de la voz de la madre ó sus pasos para calmarse.
NO OLVIDAR
Es importante entender que las madres ó cuidadores no siempre podrán interpretar inmediatamente con claridad las necesidades de sus bebés, y que esta situación es parte del aprendizaje de conocerse mutuamente.
El bebé no necesita un entorno perfecto, o una madre perfecta. Necesita adultos dispuestos y motivados por cuidarlo, protegerlo y amarlo.
La observación de los comportamientos de los bebés en distintas culturas, y de las interacciones entre estos y sus cuidadores, sean estos madres, padres, abuelos, u otros adultos significativos, ha sido la principal herramienta para descubrir nuevos hallazgos sobre cómo los bebés se desarrollan emocional y socialmente, de la mano de su crecimiento físico. Así como para entender los procesos de desarrollo de las relaciones de apego entre los bebés y sus cuidadores.
CUANDO LOS BEBÉS NOS ENVÍAN SEÑALES
Para que un bebé se desarrolle y madure ha de sentirse querido y comprendido. Es por este motivo que es fundamental que los padres o cuidadores logren sintonizar con su estado y comunicarse con él o ella.
El bebé a través del llanto, movimientos bruscos, sonrisas, y otras señales no verbales expresa cómo se siente y los padres o quienes asuman la tarea debiesen intentar interpretar su necesidad de abrazo, comida, cambio de pañales, jugar o bien otras posibilidades. El bebé no conoce otra manera de comunicarse y muchas veces ni siquiera sabe lo que quiere. Sin embargo estar atento y responder a su comunicación emocional impide que el niño se sienta desamparado.
A veces es difícil desenmarañar en la relación cuidador - bebé de quién son las emociones que aparecen y que inundan a ambos. El llanto es el mejor ejemplo de aquello, ya que se funden las emociones de la madre y las emociones del bebé.
EL LLANTO DE LOS BEBÉS
El llanto del bebé es el primer lenguaje. Es la forma primaria que utiliza para comunicarse. Podemos agregar que los bebés, que casi nunca lloran, no son necesariamente más sanos que los muy llorones. Aquel bebé que ha conseguido conocer su capacidad de hacer ruido, ha logrado una adquisición que puede servirle para recuperar la confianza en momentos donde se siente ansioso o inseguro, siempre y cuando el llanto no se convierta en desesperación. Algo así como que el bebé aprende que su llanto le sirve para elicitar atención y cuidados.
El llanto como señal puede comunicar diferentes estados y necesidades de los bebés:
El llanto por dolor corporal es agudo y penetrante y el bebé suele mostrarlo con movimientos corporales que, generalmente permiten localizarlo. Recoge las piernas por cólicos, o si le molesta la luz gira la cabeza hacia otro lado. En esta misma línea del dolor corporal, podemos referirnos al hambre. El bebé experimenta un dolor que lo lastima. Sin embargo, si la madre o adulto cuidador satisface la necesidad, pronto el bebé olvidará su malestar.
También se habla de un llanto aprehensivo, y que aparece cuando el bebé empieza a darse cuenta que ciertas cosas son más o menos inevitables, como por ejemplo cuando lo desvisten. El bebé sabe que en ese momento perderá cierta envoltura que le da calor y contacto continuo, y que también deberá cambiar muchas veces de posición, y eso le da inseguridad. A diferencia del llanto agudo por dolor corporal que lo invade, en esta otra forma de llanto aprehensivo, el bebé recuerda y sabe que se repetirá, y a medida que vaya creciendo podrá transformarlo en una experiencia placentera.
Por más buena voluntad que pongamos, a veces desilusionamos al bebé, y es entonces cuando llorará por rabia. Winnicott, un famoso pediatra y psicoanalista inglés de la primera mitad del siglo XX, señaló que en esa situación “…ese llanto encolerizado del bebé probablemente indica que tiene cierta fe en usted (refiriéndose a la madre ó cuidador)…un bebé que ha perdido toda fe no se enoja, simplemente deja de desear, o bien llora en una forma lastimera y desilusionada, o bien comienza a golpearse la cabeza contra la almohada, contra la pared o el piso…”. Si el bebé llora en estado de rabia y siente que ha destruido todo y quienes lo rodean se muestran tranquilos, tal experiencia fortalece en alto grado su capacidad para comprender que su llanto no produce ninguna respuesta de sus cuidadores.
Otra causa de llanto, es la aflicción, la tristeza. Los sentimientos de los niños son muy directos e intensos, y la tristeza es un sentimiento que puede aparecer en los bebés, en cualquier momento del día. El sonido del llanto triste tiene cierta musicalidad, y las lágrimas tienen más que ver con el llanto triste que con la rabia. De modo que las lágrimas son saludables tanto física como psicológicamente. “Un bebé triste puede necesitar su amor físico y expresivo. Lo que no necesita, sin embargo, es que lo diviertan y le hagan cosquillas, o que lo distraigan de alguna otra forma de su tristeza…Sólo le hace falta saber que usted sigue amándolo”.
Por último, se identifica el llanto por desamparo, que muchos autores han escrito en relación a los niños institucionalizados, donde no existen medios para proporcionar una madre a cada bebé.
Respuestas de cuidadores al llanto de sus bebés:
Dependiendo de las situaciones, se puede pensar en muchas posibilidades de respuesta al llanto de los bebés. Sin embargo, es posible identificar algunos estilos de respuesta:
• Carencia de respuesta: El bebé llora por largos períodos ya que no es consolado a tiempo por la madre o figura cuidadora. El bebé experimenta una especie de agonía hasta que se cansa de llorar y se duerme tristemente. Si este tipo de respuesta materna (cuidadora) se mantiene durante los dos primeros meses de vida, el bebé desde ese momento se dará cuenta que su llanto no causará impacto, y tenderá a inhibirlo. Paradójicamente, el bebé se volverá un bebé callado, y la madre al ver a su hijo (a) “tranquilo” se sentirá bien.
• Respuesta Aversiva: Frente al llanto del bebé, la respuesta de la figura cuidadora es de enojo. La madre se acerca enojada a su bebé cuando llora. Este se siente asustado y después de llorar se dormirá triste. Si la respuesta de la cuidadora se mantiene, a los dos meses, como en el caso anterior, el bebé inhibirá su llanto. Y la madre, equivocadamente, sentirá “que lo ha hecho muy bien” ya que su bebé no llora.
• Respuesta ambivalente: Cuando el bebé llora, la figura cuidadora por una parte se acerca, sin embargo lo hace con es un estado emocional diferente y no coherente con el del bebé. Por ejemplo, el bebé está llorando y la madre se acerca riéndose.
• Respuesta en sintonía con el bebé: En esta situación, la madre ú otro adulto cuidador, tiene conductas que son predecibles para su bebé. Es decir, frente al llanto, aquella acude prontamente. Se habla que desde las primeras semanas el bebé no debiese esperar más de 30 segundos a ser consolado. En la medida que la madre responda prontamente al llanto de su bebé durante los primeros meses, este gradualmente aprenderá a esperar y a autoregularse. Después le bastará escuchar el sonido de la voz de la madre ó sus pasos para calmarse.
NO OLVIDAR
Es importante entender que las madres ó cuidadores no siempre podrán interpretar inmediatamente con claridad las necesidades de sus bebés, y que esta situación es parte del aprendizaje de conocerse mutuamente.
El bebé no necesita un entorno perfecto, o una madre perfecta. Necesita adultos dispuestos y motivados por cuidarlo, protegerlo y amarlo.
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